viernes, 26 de abril de 2013

Deshumanización humana



Desde hace menos de tres semanas estoy realizando las prácticas en una empresa cuyo nombre no revelaré (solo diré que hace revistas en las que salen tías buenas, entrevistan a famosotes y está dirigida para hombretones de pelo en pecho). La verdad es que me siento muy afortunado aunque creo que después de más de 4 meses de inactividad el Karma Cabrón ya me debía una. No siempre es una puta mala.

Pero ese no es el tema, el karma se merece más de 100 entradas y no es lo que vamos a tratar hoy aquí.  El caso es que con este curro en el centro de Madrid y yo viviendo en la periferia madrileña (la fantabulosa Fuenlabrada) tengo que pegarme una horita de viaje de ida y otra de vuelta en los abarrotados vagones de cercanías que vertebran toda España.

No me malinterpretéis, me encanta viajar en transporte público, ya que es mi lugar ideal para darle caña a la lectura y disfrutar de la música que dispongo en mi iPod nano (no, no es de los caros que vale chorrotropecientosmil euros). Sin embargo, hay momentos en los que en esos trayectos vuelvo a la realidad, miro a mi alrededor y observo a la gente que está a mi alrededor.

Llamadme Voyeur si queréis, pero se puede aprender mucho de la gente de tu alrededor solo con observar un poquito. De estos mini estudios de campo he podido apreciar, tras solo dos semanas de idas y venidas sobre railes, es la obsesión e inmersión de la gente sobre sus teléfonos móviles.

Yo por ahora, sigo perteneciendo a esos arcaicos personajes que no tienen Internet en su móvil y tampoco poseo un smartphone de última generación. Para colmo, soy de los pocos que lleva los libros de toda la vida y no con ebook (aunque lo tengo y no me parece malo para nada), por lo que me siento más dinosaurio aun.

Gente de toda clase y edades (desde los 16 a los 60 años, repito, 60 AÑOS) van con la mirada clavada en sus aparatos telefónicos (que ahora sirven para todo menos para hablar) sin inmutarse de lo que pasa alrededor, ignorando a los cada vez más frecuentes desdichados que se echan a los trenes a buscar un poco de caridad. Sinceramente creo que si ocurriera una explosión en el exterior ni se inmutarían…. O lo tuitearían acto seguido.

Considero que yo también soy una pequeña parte de este movimiento “in-movil”, pero el hecho de verlo desde fuera durante dos horas al día me ha hecho un poco más consciente de la situación.

Me ha dado por pensar (malo), y lo único que se me viene a la mente es la película de  Pixar ‘Wall-E’. Esa película infantil, que estaba dirigida a todo el mundo menos a los niños, nos trasladaba a un futuro en el que la Tierra estaba consumida por la contaminación y la humanidad, vivía en el espacio encima de una silla portátil que servía para relacionarse con los demás y para, en resumidas cuentas, vivir.

Esta deshumanización provocada por las máquinas (por los humanos, en realidad) ocurría en 2070, a tan solo 67 años de distacia. Viendo lo visto, temo mucho que ocurra mucho antes.

3 comentarios:

  1. Cuando empece a viajar en renfe me pasaba exactamente igual, me asustaba un poco ver el panorama que había y a lo mejor no solo en el camino a renfe sino en la misma universidad.

    Pero bueno, tras dos años viajando en trasporte público te acostumbras y también tendemos a hacer lo mismo. Yo lo veo solo como una forma de aprovechar el tiempo, ya sea leyendo un libro o twitteando lo mal que huele el señor que tienes al lado.

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    1. No se, viendo lo visto a mi me da miedete. Es cierto que yo me hago cómplice y estoy seguro de que tarde o temprano caeré. Soy el más débil de todos, pero me por otro lado me da muy mal rollete.

      Esperemos que nunca deje de ser únicamente una forma de aprovechar el tiempo.

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